lunes, junio 11, 2007

Sinfonía

Tres años antes de su muerte, un hombre decide hacer la más grande obra de la que un ser humano puede saber. La construcción de esta obra no tuvo un surgimiento espontáneo, más o menos, una década antes le rondaba la idea de hacerla; sin embargo, no tenía idea de cómo hacer para que ahogara el espacio y consumiera el tiempo. En algún momento de su vida había tenido la oportunidad de leer a los filósofos clásicos, de Aurelius Augustinus había aprendido que el tiempo es relativo al sujeto que lo percibe, hay quienes piensan que un minuto se extiende casi una hora o viceversa, la situación particular del sujeto hace que la percepción de lo ocurrido sea distinta para cada uno. En ello encontró la primera pieza del rompecabezas para armar su gran obra, tendría que cambiar el estado de ánimo del sujeto para que en el lapso en que éste se enfrentara a su obra, el instante de la sublimación estética, fuera recordado como eterno.
Ahogar el espacio era, sin suda, una tarea más ardua. Nuestra percepción del espacio está basada en lo que se puede recorrer de un punto "a" hacia cualquiera otro "b", por lo que para ganar todo el espacio posible requería de algo que no fuera una construcción física; ella sería limitada al espacio de su recorrido y estaría vedada a todos los hombres que no pudieran transitarla o mirarla. Si la solución tenía que estar más allá de lo físico requería un lenguaje para poder transmitirla. La literatura podrá haber sido una buena opción para este hombre, pues ella hacía que el sujeto cambiara su estado de ánimo y la creación de un mundo alterno haría que el espacio fuera ocupado por lo ocurrido en la historia. Esta obra estaría, entonces, impedida para los iletrados.
Recordó que tenía algunos conocimientos de música, en ello dedicaba algunas de sus tardes y desvelos. Si bien algunos habían reconocido su trabajo como músico, él nunca creyó ser el mejor. Sin embargo, tenía muy claro que le disgustaba el clasisismo musical por lo que buscaba algo diferente. Esta búsqueda lo había llevado a pensar que la música puede hacer que el tiempo se vuelva más lento o más rápido, cada compás intervendría en esa construcción. Además, el sonido al viajar por el espacio más rápido de lo que lo puede hacer un hombre, puede ocupar cada rincón de una habitación. Además no se necesitaba de conocimientos previos para escuchar una pieza musical. El asunto estaba resuelto.
Un mal ataco entonces su vida, se iba quedando sordo progresivamente, parecía que no podría nunca completar su obra. Como un matemático coloca cada símbolo correctamente para resolver un problema, así Beethoven concluyó la Novena Sinfonía.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Detrás de cada obra epítome se esconde una cadena de pequeños éxitos acumulados que el creador ha logrado, solitario, en la penumbra de su habitación a medianoche... ¿Cuántos hombres habrán muerto sabiendo que faltaba poco para lograr aquella sinfonía?

Estupendo texto que esconde, sutilmente, una curiosa forma de apreciar el proceso creador... como una flor de espera, de pacientes tejedoras de un urdimbre de belleza; distinto, a lo que muchas personas creen o practican.

Ya lo sabes, Marve, Carlillos, nos seguimos la pista, como dos lobos...

Soma, apóstata del sol