sábado, julio 14, 2007

En el teatro


Hace unos días asistí al teatro a un espectáculo de ballet y danza contemporánea. Más que observar la ejecución con detenimiento, ponía atención a la gente que estaba a mi alrededor. Las conversaciones que sostenían, así como las críticas que hacían respecto de lo que veíamos pretendían ser de lo más cultas. Por un momento llegué a pensar que me encontraba sentado en medio de una parvada de críticos de danza provenientes de todas partes del mundo. Sin embargo, lo que llegaba a escuchar de lo que decían parecía no concordar con lo que yo, como espectador mudo, observaba en esa función. En cada acto, veía el movimiento de los cuerpos femeninos, que parecían estar en éxtasis, se contorsionaban, sudaban, sus músculos se contarían en cada salto, en cada giro, su rostro se notaba sonriente, nervioso, buscando. En ese momento me puse a pensar, tal vez todas las artes se parecen. El que las ejecuta lo hace con placer, satisfacción para sí mismo, quizás busque comunicar algo, pero no sabe cómo reaccionará cada espectador, por lo que lo hace para sí mismo, para tratar de eliminar un sortilegio, desembarazarse de sus miedos y sus culpas, para no tener que aventarse al precipicio. Por eso creo que la energía destilada de las ninfas en movimiento era un verdadero éxtasis, el blanco de sus ojos no mentía, aun cuando cada noche tuvieran que repetir el mismo acto. Los críticos a mi alrededor, no eran tales, pienso ahora que sólo eran personas que pretendían disfrutar esa actividad ya que probablemente no disfrutan otra, pretendían saber más sobre el ballet que nadie, pretendían muchas cosas, pero sólo hacían eso.

1 comentarios:

marmx dijo...

pretender, aquel deporte que es desde que el hombre es.

Ratatouille de Disney, gran monografía del tema.